*El tlaxcalteca, venerado por su aporte a la historia prehispánica de México; su escultura, por otro lado, es un homenaje a lo monumental, la fuerza y una masculinidad que se va agrietando con el tiempo.
Beto Pérez
Tlaxcala, Tlax.- Con una pose erguida y gesto determinado, si se le mira de cerca se fusionan con las texturas del cuerpo los músculos tensos que denotan su preparación para el combate. Este guerrero está desnudo para la contemplación del transeúnte.
La escultura de Tlahuicole se alza en un parque periférico de la ciudad, en medio del tránsito de suburbanos, estudiantes universitarios, jardines y una gasolinera en función Con una altura que desafía proporciones humanas, su figura intenta evocar la fuerza que caracterizó al guerrero durante su vida.
Tlahuicole es conocido por su resistencia legendaria frente a los mexicas. La historia oficial relata que Tlahuicole fue capturado en combate durante las guerras floridas y posteriormente ejecutado por los mexicas. Su resistencia y valentía en la batalla lo han convertido en un símbolo de orgullo y honor para los tlaxcaltecas. Su historia quiere ser ligada a la resistencia indígena y la defensa de la cultura local.
El héroe ha encontrado su lugar en manifestaciones artísticas que intentan capturar su lucha, como la escultura ubicada en la avenida Independencia de la ciudad de Tlaxcala.
Hay por lo menos dos esculturas de Tlahuicole. La primera fue realizada por el español Manuel Vilar en 1851. Ahí medía 216 cm de alto. Un yeso patinado que pretendía ser un monumento de tradición helénica o renacentista: el hombre ideal, el hombre cánon, la humanidad a la que se debía aspirar. Nace aquí el mito, la materialidad se vuelve aura: luchó atado en la piedra de sacrificios y al final ganó el privilegio de vivir. Este monumento es ahora patrimonio del Museo Nacional desde 1982.
El segundo Tlahuicole también lo creó un foráneo: el artesano poblano Pablo y Miguel López Artasánchez entregó a su hogar actual una réplica de 7 metros en bronce. El 5 de febrero de 1995 los capitalinos serían sorprendidos por un súper hombre y su corpulencia.
Si Florencia tenía al David de Miguel Ángel para recordar que no hay hombre pequeño para realizar hazañas, Tlaxcala haría lo mismo. No bastó un hombre de talla superior a la media local. La fuerza corporal tiene medidas extranjeras, es un mensaje de conquista. López y su homenaje a la tradición cultural europea del español Vilar no encontraban espacio en la ciudad. Así se mandó a retirar el monumento a la madre colocado previamente.
La naturaleza haría lo suyo. El bronce por más duro que sea es sujeto a deterioro y fue poco a poco oxidado. La corpulencia de este monumento se agrietará a pesar del mantenimiento. Es un mensaje, no para el héroe, si no para la vanidad de los hombres: no hay mayor fuerza que la naturaleza reclamando su terreno.